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Un nacimiento diferente: Luka nació mediante una cesárea, rodeado de amor.

Un nacimiento diferente: Luka nació mediante una cesárea, rodeado de amor.

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A la familia de Ana la conocí para el 2020-21 cuando atendí el embarazo, parto y posparto de su cuñada Ashley. Ana inició cuidado conmigo en el primer trimestre. El embarazo fluyó en salud y en el camino se enteraron de que estaban en la espera de un niño: Luka. 

 

A sus 40 semanas y unos días Ana pensó que había roto fuente. Al evaluarla pudimos tener la certeza de que no había roto fuente. Las membranas estaban intactas y el nivel de líquido amniótico estaba en el “range” normal para ella. Aún así, hablamos de todas las señales que debía estar pendiente y enfatizamos que de ocurrir cambios, nos avisara. 

 Ana, embarazada.

El próximo día las contracciones iniciaron de manera bien irregular y espaciada. Una señal de que el proceso pronto se acercaba. Al siguiente día cerca del medio día, Ana avisa que empezaron a haber algunas contracciones que aunque no tenían un patrón continuo como de parto activo, se mantuvieron presentes y se siguieron acercando. Temprano en la noche decidí moverme a su casa para monitorear, acompañar y estar ya cerca si en la madrugada el patrón de contracciones se acercaba. 

 Ana y Alexito descansando durante el parto.

Durante la noche sus doulas estuvieron trabajando varias posturas con Ana para favorecer un buen posicionamiento en bebé. Esa madrugada las contracciones en efecto se intensificaron por periodos de tiempo y en otros momentos se alejaban un poco de nuevo, característico muchas veces del parto temprano, por lo que se estuvo intercalando entre moverse por comodidad y en tratar de descansar para que no se agotara. Tanto los vitales de Ana como los latidos de Luka se mantenían en salud. 

 Ana haciendo ejercicios con la doula.Ana utilizando el rebozo.Ana descansando con la bola de pilates.Ana y Alexito.

En la mañana Ana desayunó y luego estuvo un rato en su bañera con agüita caliente. Su hermana gemela y su pareja estuvieron acompañándola en todo momento y en ocasiones su suegra y la abuelita de su pareja. En algún momento del día, tras no haber mucho progreso decidimos llenar la piscina de parto para que Ana pudiera sumergirse para relajarse un poco y quizás descansar mejor por un par de horas.

 Ana en la piscina de parto.Ana en la piscina de parto.

Ya habiendo pasado alrededor de 2 horas en el agua con monitoreo de los latidos de bebé de manera intermitente, empiezo a notar unas desaceleraciones (latidos bajando) únicamente durante la contracción. Recuperaban muy bien luego del “pico” de la contracción. Le pedí a Ana que saliéramos de la piscina para poder cambiar posición y continuar evaluando los latidos de Luka. Luego de auscultar en distintas posiciones en un periodo corto de tiempo y tras seguir teniendo el mismo resultado, le explico lo que está ocurriendo en mayor detalle y le pongo las “correas” de monitoreo fetal continuo para poder tener un trazado completo. Al pasar la contracción la recuperación de los latidos fetales era inmediata y había una buena variabilidad pero las desaceleraciones continuaban. Procedemos a realizar un examen pélvico para evaluar cambios y tras el hallazgo de que no había ninguna señal de progreso y confirmando que aún estaba en parto temprano, empecé a tener con ellos la conversación de un transporte al hospital. 

 Ana con el monitoreo fetal continuo.

Nunca deja de ser frustrante el cambio de planes. Emocionalmente doloroso la mayoría de las veces. Saber que la manera en la que tanto habías soñado y planificado traer a tu bebé al mundo ya no podría ser. Ana empezó a llorar porque no era lo que quería, porque estaba agotada y porque según ella, estaba a punto de “quitarse”. La escuchamos y la validamos. 

 

Le refuerzo el gran trabajo que hasta ahora había hecho. Que había intentado todas las recomendaciones que se le dieron a lo largo de las horas y estaba trabajando su proceso de parto espectacularmente bien. Le enfatizo que ella no se estaba rindiendo, que la recomendación de movernos al hospital la estaba dando yo porque clínicamente era necesario. La alentamos, la validamos, la consolamos mientras seguíamos monitoreando a Luka de manera continua. 

 

Todos se movilizaron para montar en su guagua lo necesario mientras yo me comunicaba con su obstetra para que supiera el cuadro clínico y estuviera al tanto de que nos estaríamos moviendo hacia su hospital. Su esposo y yo nos fuimos con Ana mientras su hermana manejaba detrás de nosotros. Durante el camino, que es incómodo para alguien que está de parto, fuimos hablando en mayor profundidad acerca de los posibles escenarios una vez llegáramos al hospital. A la vez, el moniotoreo de los latidos de Luka se continuo durante todo el camino. 

 

Al llegar al hospital procedemos a entrar por sala de emergencia como es típico en muchos hospitales. Estuve todo el tiempo con ella acompañándola y brindando la información necesaria. Al subir a sala de partos, sin que me pidieran separarme en ningún momento de ella, procedí a conversar con el obstetra para presentarle el caso. Ya estando en el cuarto de sala de partos, proceden a realizar monitoreo de los latidos fetales para realizar su propia evaluación y hacer un plan de acuerdo a los hallazgos. Ana en la camilla de sala de parto.

 

Al igual que en el hogar, los latidos de Luka seguían bajando durante las contracciones a pesar de que el hallazgo en el chequeo vaginal realizado por su obstetra en el hospital seguía siendo el mismo, aún en parto temprano. En este caso, ni los cambios de posiciones ni la administración de oxígeno aportaron a tener un resultado distinto. El obstetra procede a explicarle que aunque en el momento no era una emergencia, el continuar con ese patrón de desaceleraciones de manera continua como ya venía presentando por varias horas, si podía desenlazar una emergencia más adelante. Viendo como había ido progresando su proceso de parto durante los 2 días que llevaba con contracciones podíamos asumir que aún seguía faltando muchas horas del proceso de parto por lo que la recomendación era una cesárea. Cabe señalar que durante todo este tiempo, nunca me separé (ni me pidieron separarme) de Ana y que durante las conversaciones siempre fui incluida como su partera. Luego de aclarar sus dudas y repasar la información, sin prisa y siempre brindando la opinión clínica de manera objetiva, Ana decidió que estaba lista para conocer a Luka mediante una cesárea.

 

Mientras Ana escuchaba la nueva información del anestesiólogo que entró a explicarle acerca de los medicamentos y los que estaría ocurriendo en el quirófano, su hermana, su pareja y yo empezábamos a trazar un plan posparto que les funcionara a todos y fuera beneficioso para Ana y Luka. Cuando el obstetra regresó para llevar a Ana al quirófano, me extendió la invitación para acompañar a Ana durante la cesárea junto con papá. Aunque yo estaba a punto de pedir que me permitieran entrar, aún no había llegado a preguntarle al obstetra si era posible cuando me estaba explicando que me preparara con la ropa protocolaria y que estuviera pendiente al llamado de la enfermera para entrar junto con papá al quirófano. 

 Ana camino al quirófano.

Con un papá nervioso pues entraría a una operación que nunca imaginó y a la vez conocería por primera vez a su primogénito, caminé hacia el quirófano. Alexito se paró cerca de la cabeza de Ana pues quería tener menos visibilidad al área de la cirugía y yo me paré al lado de Ana. Cerquita para poder hablarle y sobarla durante todo el proceso a la vez que podía observar todos los detalles del nacimiento de Luka mientras el Dr. Nazario me iba explicando detalle a detalle el procedimiento que se estaba llevando a cabo desde las primeras incisiones…

 

En el quirófano, había música de relajación de fondo. No se estaban llevando acabo conversaciones coloquiales no relacionadas a la experiencia que estábamos viviendo en ese momento: un nacimiento. Ana mantenía sus brazos extendidos hacia los lados porque por la forma y el tamaño de la camilla era lo más cómodo pero no los tenía amarrados restringiendo su movimiento. No tenía una cortina gigante frente a ella como típicamente se utiliza en las cesáreas, aunque si tenía una mini cortina (que yo personalmente escogería eliminar, si fuera yo…). Y así, en un ambiente diferente al planificado pero el necesario en ese momento, Luka nació llenando inmediatamente el cuarto de alegría. Los temores y la incertidumbre se iban disipando con el amor y la maravilla de recibir una nueva vida. Esa que tanto habían estado esperando. 

 Luka cerquita de Ana por primera vez.

Aunque el obstetra cortó el cordón umbilical para mover a Luka al área establecida para la primera evaluación de bebé, Alexito pudo cortar el cordón nuevamente en el largo deseado. Y pocos minutos tras su nacimiento, Luka llegó a la teta de mamá. Ahí en el mismo quirófano y mientras el obstetra aún seguía realizando la cirugía. Como debería ser siempre que mamá y bebé estén en salud. Aparentemente la causa de as desaceleraciones de los latidos de Luka eran por como estaba insertado el cordón umbilical en la placenta. Un cordón que parecía extrañamente frágil en el área donde conectaba con la placenta. Nunca sabremos… 

 Luka y AnaFamilia de 3

Ese día viví el sueño que como parteras tenemos. Poder hacer traslados de una manera gentil para la familia. Sin que sean señalados por haber escogido parir en casa, aunque no se comparta una misma opinión en cuando a la decisión de la familia. El poder seguir brindando un cuidado continuo aún ante el cambio de planes y escenarios. El que no se me prohibiera entrar y no me pidieran que saliera en ningún momento. El ser integrada y respetada como partera. Este sueño no es por mi, no es pos nosotras. Es por las familias que nos escogen. Esas que cuidamos desde sus primeras semanas de embarazo y enfrentan temores grandísimos muchas veces al llegar al hospital. Nuestra presencia aumenta al bienestar de sus vivencias y aporta no solo al bienestar físico de las familias sino a su bienestar emocional. 

 

Mientras Luka estaba en el pecho de mamá, piel con piel, ya empezaba a sanar esa herida recién hecha. No la física, pero si la del corazón. La felicidad inundaba a Ana mientras desde esos primeros minutos papá y mamá empezaban a discutir a quien se parecía Luka.

Al terminar toda la operación Alex y yo salimos unos minutos a lo que movían a Ana del quirófano para el área de recuperación. 

 En recovery amamantando.Liz revisando la placenta.

Pocos minutos más tarde, pude estar con Ana como 50 minutos en “recovery” sosteniendo a Luka mientras estaba pegado a la teta. Por más de 1 hora desde su nacimiento no hubo separación. No había prisa para pesarlo y medirlo. Todo eso podía esperar mientras se iniciaba el proceso del amamantamiento. Mamá y bebé juntitos como debería ser. Mientras en el cuarto de la sala de parto, Liz de Placenta Vida y doula de Ana, revisaba la placenta con la cuál harían algunos hermosos recuerdos.

 Luka

P. D. : ¡Que bello es el útero! Vi los ovarios, las trompas, todo… pero el útero se ve como se siente cuando está trabajando durante el parto. Fuerte. Robusto. Majestuoso. 

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