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Belmarie

Parto vaginal después de 2 cesáreas bajo las luces de la navidad.

Belmarie tuvo una primera cesárea básicamente por falta de información y por falta de tener un buen proveedor de salud (obstetra). Para su segundo embarazo Belmarie y José me contratan para que fuera su doula y los acompañara durante su parto en el hospital. Planificaron intentar un parto vaginal después de cesárea. Cambiaron de proveedor. Se educaron. Ambos tenían las herramientas para lograrlo mientras hubiese salud. Llegadas las últimas semanas de embarazo la bebé se mantuvo en posición de nalguitas. Belmarie no accedió a programar una cesárea. Mientras hubiera salud estaba enfocada en dar a luz de manera natural a su bebé. Intentaba recomendaciones para estimular que la bebé se volteara y esperaría hasta el día del parto para darle todas las oportunidades.

El día del parto llegó con contracciones que se fueron regulando a lo largo del día. Así Belmarie fue al mall, caminó y trato de seguir con una rutina normal hasta que ya sentía todo más intenso y me llamó para que fuera a su casa. Al llegar estaban las contracciones bastante frecuentes e intensas. Si no mal recuerdo estaba en la ducha. Poco tiempo después de yo haber llegado, rompió fuente por lo que procedimos movernos al hospital. Al llegar Belmarie estaba ya en 9cm’s y la bebé seguía de nalgas. Ahí empezó el “corre y corre” de parte del personal médico. “Si tu sigues con el capricho de parir te vamos a dejar sola en un cuarto y si tu bebé se muere es tu culpa.”

En ningún momento Belmarie estaba “exigiendo” parir a su bebé de nalgas (aunque tenía todo el derecho de hacerlo), ella solo pedía que le dieran un minuto a solas para ella leer y firmar los papeles pues no había ninguna emergencia inminente. Y así llegó Paula, por medio de una cesárea que sabíamos era una gran posibilidad debido al panorama pero que al final fue forzada, sin ética profesional y nada de consentimiento informado. 5 años más tarde llegó un nuevo embarazo. Ésta vez ella estaba segura de que deseaba tener su parto en el hogar y contaba con el apoyo de su pareja. El embarazo transcurrió en salud. Fueron muchas las visitas prenatales para monitorear salud, compartir con la familia, aclarar dudas y prepararse con educación para el proceso de parto. Días antes de cumplir las 40 semanas empezó su proceso de parto. Las primeras horas fueron de mucho descanso y fluir, ya luego mucho trabajo. Llegaron las contracciones que tanto ella anhelaba. Los primeros centímetros de dilatación fluyeron bastante rápido. Como 9 horas para llegar de 1 a 4. Aún en parto temprano. Sin prisa, contracciones gentiles que la dejaban descansar. Cuando empezó el parto activo, las contracciones empezaron a ser mucho más intensas y se necesitaron como 17 horas más para llegar hasta 10 centímetros. Siempre en salud, siempre cuidada y apoyada. Para regular las contracciones y optimizar la posición de la bebé, junto a su doula Yaheli, empezamos a hacer ejercicios de “Spinning Babies”. El cambio a progreso más rápido fue casi inmediato cuando terminamos la ronda de ejercicios. Frente al árbol de navidad y en un ambiente navideño hermoso, lleno de paz y mucho amor, llenamos la piscina de parto. Ahí estuvo un ratito relajándose en el agua. Sus hijas la observaban, le daban la mano, la sobaban, la sostenían. Luego de un rato salió del agua, mucho progreso. Recomendamos otras posiciones y ella las intentaba todas.

Tras el último ejercicio, la cabecita de su bebé bajo bastante y los pujos empezaron a llegar. Acostada en la cama, descansando entre las contracciones, veíamos mucho progreso con cada pujo. Una cabecita que se iba abriendo paso hasta que en una contracción esa cabecita salió y poco más tarde el resto del cuerpito. Llenita de sangre, haciendo una transición en salud. Lista para llegar al pecho de su mamá. Ese pecho que la anhelaba, que esperaba por ella para darle calor y poder respirar en alivio pues todo el camino la había llegado a vivir una nueva temporada. Amelia Lía había llegado. ¡Y que recibimiento tan hermoso tuvo! Fueron 86 hrs de parto desde el parto temprano hasta que Amelia nació. Belmarie siempre se mantuvo fuerte, enfocada y confiada. La importancia de la educación y escoger buen apoyo para acompañarte a la hora de vivir un proceso tan maravilloso como lo es parir/ nacer.

Fotografías por Photo Cabinet PR

Una poderosa mujer dando a luz...un milagro de vida.

Alrededor de sus 30 semanas de embarazo vi un post en FB sobre una preocupación acerca del liquido amniótico bajito. Le escribí que la podía evaluar para una segunda opinión (como partera y sonografista), así evaluar el nivel de líquido nuevamente y darle recomendaciones para aumentarlo y mantenerlo. Seguimos en comunicación y coordinamos cita para la evaluación. El día de la cita Janny llegó junto a su mamá mientras estábamos ofreciendo una charla de orientación grupal sobre el parto en el hogar. Se sentaron a escuchar y luego procedimos a realizar el ultrasonido.

El nivel de líquido amniótico se encontraba adecuado y por estar ya en el centro ese día y haber escuchado sobre el parto en la casa aún desde su primer embarazo la conversación se siguió desenlazando y Janny salió con una cita programada para hablar más a fondo sobre el “laborsitting” y el parto en el hogar.

Luego de analizar todas las opciones y ser evaluada por el Dr. Gómez, Janny tomó la decisión de planificar un parto en el hogar bajo el cuidado de las parteras del Centro. Era un deseo que tenía desde su primer embarazo y ahora se preparaba física y emocionalmente para vivir esta experiencia. El embarazo se siguió desarrollando en salud y un día antes de cumplir sus 39 semanas de embarazo, el proceso de parto inició.

Las contracciones empezaron en la noche, algo irregulares por lo que recomendamos que descansara y que nos dejara saber si ocurrían cambios. Logró dormir como 2 horas por la madrugada y la despertaron unas contracciones más corridas e intensas que las que había sentido por la noche por lo que nos llamó y de inmediato me preparé para salir a su casa. Al llegar, tenía algunas contracciones pero no eran tan corridas como cuando me llamó en la madrugada. La familia había llegado a su casa y luego de desayunar les explicamos que aún podía faltar por lo que recomendamos que siguieran con su rutina normal. Janny estaba en 2 cms pero decidimos quedarnos para monitorear y observar por unas horas pues al ser su segundo embarazo sabíamos que podía ser parto temprano y aún no ser el momento pero también que todo podía cambiar de un momento al otro y progresar más rápido. Su mamá, su apoyo inicial junto a su hijo de 7 años y su hermana por video llamada la acompañaron en todo momento del proceso. Su abuelita iba y venía y le traía comida y mucho amor. A las dos horas de haber llegado a su hogar, de manera espontánea y poco tiempo después de que se había acostado para intentar descansar un poco Janny rompe fuente y de ahí en adelante el proceso empezó a fluir con mayor rapidez. Las contracciones empezaron a sentirse más intensas para ella e iban y venían mucho más corridas. Ella las respiraba caminando por su casa. Iba al baño, caminaba a la sala, regresaba al baño y se sentaba en un sofá mientras nosotras monitoreábamos y acomodábamos el resto del equipo de parto. De solo observarla se percibía que su bebé, una niña muy amada, ya estaba mucho más cerquita. En plena transición las contracciones se sienten como si estuvieran una detrás de la otra y no hubiese tanto tiempo para descansar. Ella se movía de lado a lado, se acostaba, se sentó algunas contracciones en la silla de parto, se puso en 4 encima de la cama y ahí empezamos a ver mucho más descenso. Tanto sus vitales como los latidos fetales se encontraron estables, en salud en todo momento. Sugeríamos diferentes posiciones para que ella pudiera encontrar la que mejor le funcionaba. Ya en el pujo llegó el resto de su familia y desde la puerta del cuarto observaban y esperaban. Luego de estar en 4 por unas contracciones se acostó de lado y de ahí pasó a estar boca arriba. Una vez más escuchamos latidos, perfectos como siempre.

En la próxima contracción ya la cabecita se empezaba a asomar hasta que salió. Luego del nacimiento de la cabeza hubo un descanso antes de la otra contracción (lo cual es común) y la cabecita fue rotando de forma hermosa hasta terminar mirando hacia arriba. Respira profundo y espera. Ya se siente la cercanía, casi inminente de que pronto la tendrá en sus brazos. Una nueva contracción la visita y con ella nace el resto del cuerpito. Se desliza. Caliente. Mojada. Llena de sangre y de vida llega a sus brazos y ella misma la sube a su pecho. Asombro. Alivio. Agradecimiento. Stella Grace había nacido en su hogar como ella tanto lo había anhelado. Rodeada de su familia, acompañada, segura, protegida, una vez más su cuerpo había servido para traer vida.

Fotografías por Verano Dominguez Photography

Tras el Huracán, aún sin electricidad, se hizo la luz en un hogar.

Porshya tuvo un parto natural/ espontáneo con su primera niña,  acompañada de una doula, educada… tuvo una experiencia positiva.  Un tiempo más tarde Porshya, Alexis y Ameylia (su niña) comienzan a  congregarse en la iglesia a la cual asisto y ahí fue donde nos  conocimos. Cuando queda embarazada por segunda vez, me hablan  del deseo de dar a luz en el hogar y estar acompañada de su familia.  Porshya y Alexis decidieron no conocer si gestaban a un niño o a una  niña hasta el momento del parto. Semana tras semana nos veíamos,  la panza creciendo en tamaño y el amor hacia ese nuevo bebé  creciendo en cantidad. Un bebé anhelado y esperado por todos en su  familia y aquellos amigos que los rodeamos.  

El embarazo se desarrolló sin ninguna complicación, ambos en  salud. Semanas antes de su fecha estimada de parto pasó por  nuestra isla el Huracán María y ya todos saben los estragos que tras  su paso dejó. Nada de señal telefónica en mi pueblo por semanas, de  ninguna compañía… A través de Facebook convoqué a todas las  embarazadas que estaba atendiendo en ese momento, para  reunirnos, para saber cómo estaban, qué necesitaban y para hacer  planes de comunicación por si alguna se iba de parto mientras seguía  sin señal. Compartimos la dirección de donde me estaba quedando y  en donde me podrían encontrar todas las noches. Además me  comprometí en enviarles mensajes cada vez que saliera de mi pueblo y tuviera señal para decirles mi agenda del día y así poder estar  dentro de lo más que podía, accesible. 

Un domingo al finalizar la iglesia Porshya se me acerca y me dice que  desde que se levantó estaba teniendo contracciones cada 10  minutos. Yo iba a ir a casa de mi mamá a lavar ropa y luego estaría  toda la tarde/noche en la casa. Se lo dejé saber para que supiera  donde buscarme si las contracciones seguían progresando. Ya en la  tarde estábamos de regreso en la casa y no era tan entrada la noche  cuando escuchamos a Alexis llamando desde afuera. Ya sabíamos lo  que eso significaba. Porshya estaba de parto. Él me dice que ya  cuando salió a buscarme las contracciones estaban más cercanas y  que le estaban incomodando mucho. 

Cuando llego a la casa Porshya estaba completamente en el mundo  del parto. Desinhibida, entregada, respirando y moviéndose para  encontrar una mejor posición. En su cuarto monitoreamos los latidos y  los vitales. Ella permaneció siempre ahí desde que yo llegué. En la  sala estaba su mamá y su pareja, también sus dos hermanas, su  cuñada, sus suegros y ya en camino venía Adamaris, la fotógrafa. El  vecino, en solidaridad, ese día le pasó una extensión desde su planta  para que Porshya tuviera un abaniquito funcionando. Y así, durante el  posparto, por el tiempo que ellos necesitaron la extensión siguió  estando disponible para ellos. 

El parto sin duda iba progresando rápidamente y la intensidad se  hacía notar. Alexis era su mayor apoyo y más adelante llamamos a su  mamá para que la acompañara durante el proceso y le sirviera de  apoyo también. Cuando ya las contracciones estaban bien poderosas,  por sugerencia, Porshya se fue al inodoro y allí pasó algunas  contracciones más. De esas contracciones que te van abriendo por  dentro, de esas que tu sientes que el cuerpo mismo se va a partir en  dos. Aún así, ella sabiendo que Dios estaba en control. Que todas sus  sensaciones eran normales y que tras cada oleada de sensaciones e  intensidad su bebé se iba acercando más y más a ella. A sus brazos.  A su pecho. Luego de estar algunas contracciones en el inodoro, quiso salir de allí y estuvo parada algunas contracciones. Mucha  presión. Su cuerpo abriéndose. Su bebé descendiendo. 

Le sugerimos intentar la silla de parto y ver si le gustaba. Su mamá se  sentó detrás de ella para darle apoyo. Alexis se quedó frente a ella  para lo que ella necesitara. Ameylia de vez en cuando se asomaba  por el cuarto. Le preocupó que mamá estuviera llorando hasta que la  titi le explicó que mamá estaba cantando y haciendo como un león  para ayudar a que su hermanito naciera. En la silla Porshya rompió  fuente. Porshya, al sentir que ya bebé estaba cerca pidió que Ameylia  estuviese con ella en el cuarto para presenciar el nacimiento de su  hermanit@. Le avisamos a la familia que permanecía en la sala que  ya bebé estaba cerquita de nacer. 

Se asomaron en el cuarto, sin acercarse mucho a Porshya, siendo  espectadores del proceso al cual tuvieron el privilegio de ser invitados  pero sin invadir su espacio. Genuinamente asombrados. Maravillados  por la fuerza de Porshya, por el trabajo sincronizado del cuerpo y del  bebé, por el pronto nacimiento del bebé que todos esperaban. Tras  unos rugidos, intensidad, expansión, ENTREGA total, nació la  cabeza. Alexis a mi lado, ambos en el piso frente a Porshya listos  para recibir a bebé. Rapidito nació completito. Llenito de sangre. Listo  para llegar al pecho de su mamá haciendo a todos a su alrededor  sonreír de alegría y emoción. Caras de felicidad y orgullo. Alivio para  Porshya, un nuevo respirar, agradecimiento… y era un nene. 

Ella no quería que nadie le dijera, descubrirlo por ella misma. Y  aunque posiblemente todos lo descubrimos primero que ella por la  posición en la que estábamos, su deseo se respetó. Edriam Alexis.  Naciendo como símbolo de esperanza en medio de la crisis. Tiempos  de volver a lo simple, a lo natural, a lo fisiológico, a nuestras raíces.

Fotografías por Photo Cabinet PR

De Alemania pa' parir en PR luego de 2 cesareas *HBA2C*

Conocí a Sasha cuando ambas nos certificamos como doulas de  parto. Parte de lo que la animó a certificarse como doula fue su  primera experiencia a la maternidad en la que tuvo a su primogénito  por medio de una cesárea. Desde ese momento comenzó un proceso  de información y conocimiento para ella en torno al proceso de  embarazo, parto, partos después de cesárea y pospartos. Desde ese  entonces nos mantuvimos conectadas por medio de las redes  sociales.  

Unos años más tarde, en el 2014 Sasha gestaba a su segundo  retoño, en ese momento viviendo en Alemania optó por dar a luz en  un hospital junto a su doula y a un equipo de parteras que apoyaban  el parto vaginal después de cesárea. Tras muchas horas de parto y  cambios “lentos” en el progreso y tras intentar diferentes cosas el  obstetra sugiere una cesárea.  

 En el 2016 Sasha recibe la noticia de que esperaban un nuevo regalo  para complementar la familia. Aun viviendo en Alemania ella sabía  que las opciones para intentar un parto vaginal luego de 2 cesáreas  eran casi nulas. Tras evaluar sus opciones, entrevistarme y discutirlo  con su familia Sasha decide moverse de Alemania a Puerto Rico en  su tercer trimestre para intentar un parto en casa. Hicimos una  primera entrevista vía skype con ella y con su esposo y luego nos  mantuvimos en comunicación constante a lo largo de su embarazo. 

Allá ella iba a sus visitas prenatales de rutina y a lo largo del  embarazo tanto ella como bebé se encontraban en perfecta salud. A sus 32 semanas de embarazo Sasha se montó en el avión junto a su  niño mayor y a su toddler y se vino a Puerto Rico para establecerse  acá mientras su esposo seguía trabajando en Alemania con planes de  venir cerca de la fecha estimada de parto. El invertir para lo que  conlleva este cambio de lugar, acoplarse a un lugar diferente y lejos  del resto de la familia, sin carro, con niños y embarazada con una  panza ya para ese entonces grandota es estresante y extenuante  pero Sasha estaba convencida de que podía dar a luz a su hija de  forma natural mientras hubiera salud. Ante tan grandes sacrificios, la  recompensa de vivir el proceso que su corazón anhelaba y traer a su  hija Ari por sus propias fuerzas, en su tiempo, rodeada de su familia  valía el esfuerzo. 

Empezamos el cuidado prenatal en Puerto Rico y todo continuaba en  salud. Ari creciendo a la perfección y manteniéndose en una buena  posición. Sasha preparándose para el proceso de parto, cuidándose y  enfocándose en la llegada de Ari. Un embarazo saludable. En sus  últimas semanas organizamos un “blessing” para las embarazadas  que pronto darían a luz y junto a otras madres Sasha sacó un tiempo  para mimarse a ella y a su pancita, para soltar miedos que  arrastramos de los procesos de parto anteriores y para conectar con  otras mujeres que también cargaban luz dentro de ellas y se  preparaban para un parto en casa. Un tiempo de enfocarse 100% en  ellas, en lo que necesitaban para el parto y en cómo visualizaban esa  experiencia. 

Su esposo llego a sus 38-39 semanas para acompañarla y vivir junto  a ella la experiencia que ambos anhelaban y para la que ambos por  años se habían preparado. No mucho después, a sus 40 semanas  Sasha empezó a sentir las primeras contracciones que ya iban y  venían con un patrón regular. Sábado en la madrugada me dirigí  hacia su hogar con todo el equipo de parto y aunque aun estaba en la  fase temprana del parto (que usualmente es la más larga), decidí  quedarme pues las contracciones tenían un buen patrón e intensidad.  Sasha se movía en libertad, se mantenía comiendo e hidratándose  bien para mantener buenas energías ante un proceso que podría ser largo. Por periodos de tiempo se sentaba o se acostaba para  descansar el cuerpo. Su esposo y su mamá, quien también había  viajado para apoyarla y acompañarla cuidaban sus necesidades y  entretenían a la pequeña Zoé que sin darse cuenta de que su mamá  estaba de parto jugaba por toda la casa con normalidad. 

Ya entrada la noche y tras tener contracciones regulares todo el día  Sasha estaba en 4 centímetros así que entre una contracción y la otra  la recomendación era dormir para descansar, para reponer fuerzas y  mantener buenas energías. Durante la noche descansar no le fue tan  fácil. Las contracciones se intensificaron mucho más y no le daban  tanto tiempo de descanso entre una y la otra. Su esposo en todo  momento la acompañaba, la abrazaba, la sostenía, la animaba y la  masajeaba. En la mañana al salir el sol Sasha rompe fuente y a eso  de las 4:30pm ya estaba en 7 centímetros. Ya para este entonces yo  llevaba más de 36 horas en su hogar. Siempre alerta de las señales  que pudieran ser indicio de que algo andaba mal, monitoreando  intermitentemente el bienestar de ella y de su bebé. Hasta el  momento ambas en perfecta salud.  

 Mi trabajo durante esas largas horas era primeramente asegurar que  ambas estuviesen saludables, en todo momento así fue por lo que mi  rol también era asegurarle que todo estaba bien, reafirmar que hay  procesos largos y que no por eso significa que algo anda mal o que el  proceso no se dará. Abandonar la “prisa” y estar presente para ella al  100% para poder facilitar muchas de las necesidades que ella pudiera  tener, emocionales, informativas y físicas. Proveer un cuidado  continuo y de forma directa para ellas. 

En algún momento de la tarde su esposo salió un momentito a  recoger los nenes para que todos fueran parte del nacimiento de su  pequeña hermana. Jugando en el patio y divirtiéndose entre ellos. De  vez en cuando se acercaban a Sasha a ver como estaba y luego  seguían con sus juegos. Hubo momentos de frustración, de  extenuación y desespero. Eran muchas horas de parto, muchas horas  moviéndose, caminando, bailando las contracciones, muchas horas sin comer con normalidad y sin poder dormir por más de 5 minutos  corridos. Con el apoyo de su familia quienes estaban preparados para  un proceso de parto largo, con la certeza de que había progreso,  poquito a poquito pero siempre teniendo cambios positivos y con la  tranquilidad de que hasta el momento ambas se encontraban en  perfecta salud Sasha siguió fluyendo con su cuerpo y con las  sensaciones que estaba experimentando. 

A eso de las 8pm Sasha estaba en 8 centímetros y en este momento  activamos al resto del equipo de parto, la partera que me iba a estar  asistiendo y su fotógrafa. Empezamos también a preparar la piscina  de parto. Ya en este momento de la noche todos nos encontrábamos agotados, pero ninguno tanto como se podía sentir Sasha tras estar  trabajando tan fuertemente con su cuerpo por ya casi 48 horas. Las  últimas 4 horas del proceso fueron de muchos cambios de posiciones,  muchos “squats”, muchos movimientos de caderas y posturas para  facilitar el descenso de Ari y para manejar la intensidad de las  contracciones. 

Con la esperanza de relajarse un poco Sasha entró un rato a la  piscina de parto con su esposo y allí estuvo un tiempito. Dentro del  agua siguió intentando distintas posiciones hasta que empezó a sentir  algo de presión y la necesidad de ir al baño por lo que decidió salirse  de la piscina y sentarse por unos minutos en el inodoro. No paso  tanto tiempo cuando teníamos la certeza de que Ari se acercaba.  Sasha se paró, caminó un poco y luego se sentó en la silla de parto. 

Con cada contracción y pujo espontáneo del cuerpo cada vez  podíamos ver como Ari se fue acercando. Ya en la silla de parto no  fueron muchos los pujos antes de que la cabecita empezara a nacer.  Su esposo le daba apoyo a Sasha sirviéndole de soporte por la  espalda y por un espejo le podíamos mostrar el progreso de ambas.  Sasha se tocaba y sentía la cabecita de Ari descendiendo. Su cuerpo  trabajando con magnificencia y ella lista para abrirse y traer luz. La  cabecita nació y Sasha tenía las manos listas para recibirla. Emoción,  alivio, triunfo, satisfacción, agradecimiento, sonrisas y lágrimas a la misma vez, una oleada de sentimientos y emociones tras recibir a Ari  con sus propias manos y acunarla directo en su pecho. A las 12:22am  del lunes nació Ari, en su casa, sin intervenciones y de forma natural.

Fotografías por Photo Cabinet PR

A la luz de la luna Alena Rose nació.

Soy amiga facebookiana de Ashlee hace muchos años pero  nunca nos habíamos conocido en persona. Su primer hijo había  nacido mediante cesárea y su segunda hija nació mediante un  parto vaginal en el hospital. Para este nuevo embarazo ella  anhelaba un parto en el hogar para vivir una experiencia llena de  libertad y tener a su familia cerca, incluyendo a sus niños.  

El embarazo fluyó en salud de principio a fin. En el camino  recibimos la noticia de que una niña crecía en su vientre y más  adelante de que se llamaría Alena Rose. Le fue dando forma a su  visión de parto y los detalles que para ella eran importantes. Las  últimas semanas disfrutó de su pancita y esperó la llegada del  gran momento sin prisa. Y ese momento llegó. 

1 día antes de sus 41 semanas recibo una llamada de Ashlee a  las 5am para avisarme que las contracciones habían empezado.  Le di unas recomendaciones de descansar, hidratarse y  alimentarse bien. A lo largo del día nos mantuvimos en  comunicación y me iba avisando los cambios que su cuerpo iba  experimentando. En algunos momentos podía dormirse y  descansar. Siempre al levantarse empezaba a sentir las contracciones con mayor intensidad pero aún con un patrón de  parto temprano. 

Como a las 7pm empieza a tener algunas contracciones cada 7  minutos. Le dije que me avisara cuando las contracciones  estuviesen cada 6 minutos para salir a su casa. Un par de horas  más tarde me llama para decirme que tenía contracciones cada  4-5 minutos. Ya todo estaba listo para salir a su casa. Me vestí y  en unos 10 minutos ya iba camino a donde ella. Le avisé al resto  del equipo y llamé a su doula Lizbeth. Liz me dice que justo había  hablado con ella y que por lo que escuchaba las contracciones  estaban más corridas de lo que Ashlee pensaba que estaban. 

Llegué a su casa y ella estaba metida en su bañera. Sumergida  con agua caliente. Allí acostada con sus ojos cerrados. Le dejo  saber que llegué y procedo a monitorear. Ambas en salud.  Empiezo a acomodar el resto del equipo de parto y le pregunto si  aún deseaba que pusiéramos la piscina de parto en su patio. Me  dijo que si por lo que su mamá y padrastro proceden a montar la  piscina y empezar a llenarla en el patio, bajo la luz de la luna que  ese día brillaba fuertemente. La intensidad de sus sensaciones  se percibía pero también su fuerza y el poder con la que ella las  manejaba. No hizo falta un chequeo vaginal. Su cuerpo nos  avisaba. La llegada de Alena Rose cada vez más se acercaba.  Todo el equipo de parto estaba listo, el resto del “team” llegó y la  piscina estaba llenándose. 

Lizbeth se quedó con ella acompañándola mientras nos  preparábamos con el equipo protector (tiempos de inicio de  COVID). Un sonido me hizo regresar a donde ella. Nuevamente  nos avisaba. Estaba lista. Alena ya casi llegaba. Algunas  contracciones más tarde se empezó a ver el pelito de Alena aún  antes de coronar. El saco amniótico también cubriendo la  cabecita parcialmente. Con una contracción coronó y luego nació la cabecita. Tras salir la cabecita el cuerpito salió de manera  veloz. Del agua, al agua y del agua a su pecho. “Recibe a tu  bebé” le dijo Jessica (estudiante de partería) mientras se la  pasaba a sus brazos. “Bienvenida Alena” dije mientras sus  hermanitos se hacían espacio para poder acercarse y verla más  de cerca. Jessica y yo estábamos pegadas a la bañera. Adamaris  estaba encima del inodoro para poder captar mejor las imágenes.  Detrás de nosotras estaba Liz asegurándose de que Ashlee  tuviese su video de parto tan anhelado. Y en la entrada de la  puerta su mamá y su hermana quienes fueron su mayor red de  apoyo a lo largo del embarazo. 

Y si no hubiese sido por el covid quizás hubiesen habido muchas  personas más pues fueron muchas las mujeres que apoyaron a  Ashlee para que pudiera lograr su sueño de tener un parto en el  hogar lleno de paz y respeto. Y si, unas horas más tarde luego de  mucho contacto piel con piel y algunas tetadas fueron sus  hermanitos quienes cortaron su cordón umbilical. Los ojos les  brillaban, su hermanita tan esperada ya estaba en casa con ellos  y ellos fueron partícipes de todo el proceso.

Fotografías por Photo Cabinet PR

Marella Lü nació en el agua.

Conozco a Jay hace muchos años. Tantos que no recuerdo la  conexión inicial. Quizás habrá sido en la escuela, quizás habrá sido  en la iglesia o porque ambas vivimos en un mismo pueblo por muchos  años y nuestras familias se conocen. Luego de su primer parto, por la  lactancia, las hamaquitas y los pañales nos unimos un poco más.  Mucha orientación y apoyo. Su primera niña y mi primer niño se llevaban meses así que en aquel momento habían muchos intereses  en común en cuanto a la crianza con apego y estilos de vida “más  naturales”.  

 Pasaron 9 años tras tener a su primera hija cuando llegó el texto de:  “tenemos que hablar”. Un nuevo bebé venía en camino y desde el  inicio del embarazo el plan sería parir en su casa. Para Jason esto  era una experiencia nueva pues nunca había presenciado un parto  natural. Aunque con algunas dudas como es usual al inicio, confiaba  en que Jayline estaba tomando la mejor decisión para ella y la  apoyaba. 

Cita tras cita corroborábamos salud y la emoción y preparación en  torno a este proceso iba en aumento. Marella Lü, una niña como ella  presentía, crecía adecuadamente y se dejaba sentir dentro de la  panza con lo mucho que se movía tanto de día como de noche, nos  contaba Jayline en las citas. Los últimos días de su embarazo, ya a  las 40 semanas, por algunas noches sentía contracciones pero luego  se le iban esparciendo hasta que se iban y ella podía quedarse  dormida. Hasta que un día empezó a ser diferente. 

Tuvo contracciones toda la madrugada y en la mañana se empezaron  a intensificar. Tras hablar en diferentes momentos y tras la duda de si  estaría de parto activo decidimos ir a su casa en la mañana para  hacer un “labor check”. Nuevamente ambas se encontraban en salud,  sin duda el parto estaba empezando pero aún era parto temprano.  Nos quedamos un ratito hablando y luego salí a hacer algunas citas.  Nos mantendríamos en comunicación. Jayline trataría de descansar y  me dejaría saber si ocurrían cambios. 

Esos cambios empezaron a llegar temprano en la tarde. Las  contracciones se empezaron a regular, eran más corridas, más largas  y las sentía más poderosas. Cuando vimos el reporte de sus  contracciones decidimos ir nuevamente a su casa. Lizbeth, de  Placenta Vida, su doula y amiga de muchos años iba de camino  también y llegaría algo antes que yo. Al llegar, me llama y me dice que le avisara a la fotógrafa, que era tiempo de que fuera saliendo así  que ya todo el equipo de parto estaba preparado para apoyar,  acompañar, cuidar y documentar. 

Cuando llegué Jayline estaba tranquila en su cuarto. Todo estaba listo  en la casa. Jason ayudaba a llenar la piscina frente al árbol de  navidad y Nahia se había acostado un rato en la sala a coger un  “nap”. Ella estaba bien pendiente de su mamá y bien lista para recibir  a su tan anhelada hermana. Las contracciones poco a poco fueron en  incremento. Jayline las manejaba muy bien. Mayormente con los ojos  cerrados, las respiraba. Llegaron sus tías que salieron de trabajar.  Una empezó a limpiar y la otra a cocinar. Su prima llegó también y la  empezó a peinar, una trenza a su larga cabellera. Luego de estar  “lista” de metió a bañar y cuando salió se acostó en su cama junto a  Jason. Él le sostenía la mano y la sobaba. Jay sintió un poco de  líquido bajando por sus piernas. Su doula le daba la mano y la  observaba. Jayline no necesitaba mucho de uno, sólo  acompañamiento. En todo momento sus vitales y los latiditos de  Marella dentro de lo normal.  

 Con la nueva intensidad de las contracciones tras romper fuente le  pregunté que dónde quería estar. Que si quería ir a la piscina,  quedarse en la cama o sentarse en la silla de parto. Insistí en que si  se quería mover de la cama este era el momento. La familia seguía  entre la sala y la cocina, trabajando y esperando. Jay pidió que todos  salieran así que se movieron hacia el balcón. Cuando le avisamos  que ya estaba todo el espacio libre, ella sacó fuerzas para pararse y  en medio de una contracción caminó a la sala y se metió a la piscina. 

Jason se arrodilló pegadito a la piscina y empezó a grabar el  nacimiento de su hijita. Nahia se peinó y fue a lavarse las manos. Ella  estaba lista para la llegada de su hermanita. Pocos minutos después  empieza a nacer la cabecita. Le digo: “tócale la cabecita, una  contracción más y está contigo”. Ella la toca y dice “ay, mi amor”, con  toda la ternura de el mundo. Tras su expresión, de inmediato un pujo  más y nació Marella. Jay permanecía arrodillada e instintivamente se movió un poco para recibir a Marella con sus manos. La levanté del  agua y sus brazos la estaban esperando. El saco amniótico aún la  cubría. Tras levantarla del agua se lo removimos y Marella empezó a  llorar. Lágrimas de amor llenaban los ojos de Jayline mientras  asombrada la observaba y le hablaba. Jason también con los ojos  aguados las observaba. Asombro. Admiración. Gratitud. La sala se  empezó a llenar de la familia que afuera esperaba. Muchas  emociones. Muchas lágrimas. Muchas risas. Marella Lü había llegado  a traer luz.  

Fotografías por Photo Cabinet PR

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