Ana me contactó durante su embarazo pues en esta ocasión deseaba un parto en el hogar. Su primera experiencia de parto fue una positiva en el hospital. Durante ese proceso de parto Ana tuvo “laborsitting” y estuvo gran parte del largo proceso en su hogar, antes de ir al hospital. Ella sabía que en su casa estaría más cómoda de principio a fin y que podría estar con su amado hijo Emir sin separarse de él en ningún momento. Para ella era importante tenerlo cerca. A lo largo del embarazo papá fue educándose junto a Ana, aclarando sus dudas y durante el proceso e parto fue su mayor apoyo.
Con un diagnóstico de anemia en las últimas semanas de embarazo Ana tuvo que integrar nuevas recomendaciones para aumentar su hemoglobina para que el embarazo siguiera fluyendo en salud y la opción del parto en la casa pudiera seguir estando como su plan principal. Con muchos esfuerzos y tratamientos Ana logró aumentar su hemoglobina. El resto del embarazo siempre estuvo en salud.
A sus 39 semanas y pocos días, con su panza pintada con un hermoso arte en henna, a eso de las 2am iniciaron las contracciones que anunciaban que Amira llegaría. Ya a las 5 estaba en su casa pues Ana se encontraba de parto activo. Todo marchando en salud. Mucho progreso e intensidad. Ana se enfocaba mayormente en atravesar las contracciones respirando y moviéndose como el cuerpo así se lo pedía.
En algún momento Ana quiso estar un ratito con Emir y mientras estaba sentada en la bola, cogió a Emir y empezó a “brincar” sentada en la bola. De ahí en adelante las contracciones aumentaron significativamente. En esas horas de parto recomendamos utilizar el inodoro por varias contracciones e intentar cambios de posiciones en la cama y en el piso.
Ya con muchas señales de que Amira estaba cada vez más y más cerca, Ana se sienta en la silla de parto. Elmer estaba a su lado apoyándola, dándole palabras de aliento y ayudándola a seguir enfocándose en las respiraciones. A su alrededor todos estábamos esperando con paciencia. Apoyándola en medio de su intensidad y de las nuevas sensaciones.
Los pujos llegaron de manera espontánea y fueron pocas contracciones y pujos los necesarios para que Amira llegara. Durante las contracciones podíamos ver como la cabecita se iba acercando cada vez más y más. Pedí me trajeran un “bowl” con agua caliente para apoyar al perineo pero antes de que llegara, de una, la cabecita de Amira nació. Papá estaba súper emocionado viendo a su hija nacer y viendo a su esposa parir como tanto lo anhelaba. En salud. En libertad. Siendo escuchada, respetada y apoyada. Conectada con su cuerpo y con su bebé.
Una vez la cabeza nació, Amira permaneció entre dos mundos hasta que vino una nueva contracción. Con esa nueva contracción, un nuevo pujo y el resto del cuerpo de Amira se resbalo hacia mis manos. La elevé para desenredar las vueltitas de cordón sueltas, alrededor del cuello y Ana de inmediato la recibió en sus brazos y la pegó a su cuerpo. El cuarto se iluminó con la llegada de Amira. Su nacimiento era razón para celebrar.
Ana empieza a hablarle a Amira: “hola gordita. hola mi amor. hola” y al escuchar la voz de su mamá el sonido del llanto de Amira incrementó, anunciando su llegada en paz, en salud y rodeada de amor.