Cuando quede embarazada de mi primera bebé quería tener un parto vaginal. A la semana 37 de embarazo me diagnosticaron preeclamsia y mi obstetra me indicó que tenía que ir al hospital para permanecer en observación hasta el otro día, ya que me haría una inducción. Seguí sus indicaciones ya que entendía que era lo correcto. Me indujeron el parto con un sin número de intervenciones. Luego de 12 horas, me dijo que tenía que hacerme una cesárea ya que el parto no progresaba y mi presión sanguínea seguía subiendo. A nivel emocional esto fue un golpe muy fuerte ya que deseaba mucho tener un parto vaginal y me había programado mentalmente para lograrlo.
Durante el posparto entré a varios grupos de madres en Facebook. Comencé a ver que la alternativa de tener un parto vaginal después de cesárea era posible. Esto me llenó de mucha ilusión. Me dediqué a buscar información. Encontré mucha acerca del parto en el hogar, que, aunque antes del embarazo lo había escuchado, no tenía mucho conocimiento. Desde ese momento decidí que si tenia la oportunidad de quedar embarazada, quería tener un HBAC (homebirth after cesarean). Comencé a seguir a varias páginas de parteras y doctores que realizan parto en el hogar. Sabía que quería tener mi parto con la partera Yarilís de Parto en casa Puerto Rico.
Cuando por fin, luego de casi cuatro años llegó ese positivo, llamé a Yarilís ese mismo día. Ella muy amablemente me orientó sobre sus servicios. Me envió varias páginas que hablaban sobre los posibles riegos (y beneficios) de un parto en el hogar y un parto vaginal después de cesárea. Por mi mente pasaron un sin número de pensamientos desde los más extremos hasta los más positivos. Aunque la información era clara y específica con estadísticas, yo tenía muchas dudas, dudas que eran más miedos en mi mente. Pensaba “y si soy yo la de ese número”, “si me vuelve a dar preeclamsia”, “si tengo esa complicación” “y si tengo esta otra complicación” “y si después de la inversión económica termino en otra cesárea.” Pero también pensaba “y si no soy yo ese número”, “si logro lo que tanto he deseado”, ya no había vuelta atrás, era o me someto a otra cesárea o intento el HBAC, pensaba en todas las historias de éxito que había visto en la página de Parto en casa Puerto Rico y decía, “esa también puedo ser yo”. Así que me lancé y comenzamos el proceso.
Mi esposo en todo momento me apoyó, él confió en mi decisión al 100%. Nunca me hizo dudar de mi decisión, a pesar de escuchar cosas negativas que otras personas, incluyendo profesionales de la salud, le decían.
Comenzamos un plan de cuidado prenatal junto con Yarilís y mis obstetras. Me sentí confiada y apoderada de la información en todo momento. Ambos me brindaban información y me permitían decidir, conociendo los pros y los contras de cualquier procedimiento. Me cuidé mucho, desde el inicio hasta el final. Cuidaba mucho mi alimentación, hacía ejercicios y tomaba suplementos. Vi todos los videos de youtube del canal de Parto en casa Puerto Rico, leí libros e historias de partos en el hogar y luego de cesárea. Contraté una doula, tomé clases de parto y otras clases sobre embarazo, parto y postparto. Mi mayor miedo durante el embarazo fue la preeclampsia, aunque siempre se mantuvo controlada (la presión y los laboratorios dentro de lo normal, 0 síntomas).
Llegué a la semana 40 y el único síntoma que mostraba fue haber botado el tapón mucoso hace 3 días. Sabía que tenía hasta la semana 42 para comenzar el proceso de parto, confiaba en mi cuerpo e intenté relajarme, aun así, en ocasiones las dudas llegaban a mi mente. El 8 de diciembre, el mismo día que cumplí las 40 semanas como a las 10:40 pm comencé a sentir un dolor diferente, inmediatamente le dije a mi esposo para que estuviese pendiente. El dolor continuó así que comencé a realizar las recomendaciones de Yarilís antes de llamarla. Recuerdo que comencé a sentir miedo, miedo al dolor, miedo a que algo saliera mal. Sin embargo, me había preparado tanto física como mentalmente, así que respiré y comencé a confiar en mí, en mi cuerpo, en que lo lograría.
Luego de seguir las recomendaciones de Yarilís, las contracciones continuaron y cada vez eran más corridas, marcando un ritmo constante. A las 3:36am del jueves 9 de diciembre le envié el monitoreo de las contracciones a Yarilís y a mi doula Aleisha para informarles. Ambas llegaron temprano en la mañana. Yarilís me hizo varias preguntas, verificó mi presión y los latidos de la bebé, todo estaba en salud y yo sentí un gran alivio de que así fuera. Me realizó chequeo vaginal, estaba solo en 3 centímetros. El dolor era intenso y yo solo pensaba en todo lo que aun faltaba.
Intenté relajarme y respirar. Me di un baño con agua tibia para manejar el dolor. Intentaba hidratarme y comer algo, sin embargo, mi estomago no cooperaba. Luego de un rato Yarilís decidió irse ya que aun no estaba en parto activo. Estaría disponible para cualquier cambio. Llegó la noche del jueves y las contracciones disminuyeron alargando el tiempo entre cada una. Pude descansar algo entre contracciones.
Llegó la mañana del viernes 10 de diciembre y las contracciones comenzaron más corridas. Alrededor del mediodía comencé a monitorearlas nuevamente. Estaban con un patrón constante. Alrededor de las 3:19pm rompí fuente. Así que mi esposo llamo a Yarilís nuevamente. Esta llegó bastante rápido. Me verificó presión, latidos de bebé y realizó chequeo vaginal; me indicó que aún no estaba en parto activo. Me pasaron un millón de pensamientos por mi cabeza. “¿Como es que aún no estoy en parto activo si tengo un dolor horrible?, ¿qué estoy haciendo mal?” “Quiero irme al hospital”, recuerdo que le dije.
Ella con su calma que la caracteriza me dijo Jennifer, esa es una opción, pero también hay otras opciones que puedes intentar. Luego de haber leído mucho durante el embarazo, me había preparado para un parto largo, pero aun así el desespero del dolor llega. Sabía que no quería irme al hospital, lo dije de boca hacia afuera sin pensarlo ni analizarlo. Así que inmediatamente le dije: "claro, dime cuales son las opciones." Me recomendó llenar la piscina de parto para manejar el dolor. Así que mi esposo comenzó a llenarla mientras yo me preparaba dándome un baño. Aleisha me ayudó y me daba masajes para manejar el dolor. Luego del baño hicimos unos ejercicios que me ayudarían.
Entré a la piscina y fue como magia. Aunque el dolor no se iba, sentir el agua caliente fue muy relajante y me ayudó a manejar las contracciones. Mientras me encontraba en la piscina, mi esposo, Aleisha y mi hija de 8 años me daban agua, sobos y mucho apoyo emocional. Luego de pasadas 2 horas Yarilís me informó que debía salir. Comenzó a monitorear latidos y chequeo vaginal. Tan pronto comenzó el chequeo su cara se iluminó con una sonrisa y me dijo Jennifer ya está ahí, ya la cabecita esta ahí, se le ve el pelito. Sentí un gran alivio y emoción. Ya casi lo lograba. Me preguntó dónde quería estar. Me ofreció la silla de parto y le dije que sí. Comenzaron con la preparación de la silla, mientras yo seguía trabajando cada una de las contracciones sabiendo que ya estaba muy cerca de conocer a mi bebé.
Me senté en la silla y luego de varias contracciones pude tocar su pelito asomado. Mi hija y mi esposo me daban la mano. El dolor era bien intenso. Sentía que me rompía. Luego en otra contracción nació su cabeza y su cuerpo se deslizó. A las 8:50pm, luego de 46 horas de iniciado el proceso de parto, al fin tuve a mi bebé. Inmediatamente la cogí en mis brazos, la sentí, vi lo hermosa que era. Lo había logrado, logré mi parto deseado, logré tener un parto en casa luego de una cesárea. Me sentía poderosa, me siento poderosa. No hubo complicaciones, todo el embarazo y parto fluyó en salud. Miro hacia atrás y definitivamente vale la pena dejar los miedos para vivir la hermosa experiencia de tener un parto en casa.
Escrita por: Jennifer Torres Fontanez, mamá de Alana y de Emma Juliana